martes, 19 de agosto de 2008

Chavismo y Chavista: para la Real Academia de la Lengua...

Constantemente oigo en los diferentes espacios televisivos y radiales, así como lo leo en las fuentes escritas que por igual se dedican al análisis del acontecer político nacional, como los más agudos, inquisitivos y acertados periodistas, analistas y juristas, entre otros tantos profesionales, intentan calificar empleando algún adjetivo lo que es o representa este gobierno.
Dándole vueltas al asunto, es la humilde opinión de quien escribe estas lineas, que las palabras que existen en el vasto lenguaje castellano son quizás vagas en su contenido para poder definir la gestión del Teniente Coronel y su séquito de aduladores. Esto es, en uno de sus aspectos más resaltantes: lo ineficaces que son los funcionarios de la administración pública asociados o ligados al régimen para resolver los problemas más puntuales de la sociedad venezolana.
Siguiendo el ejemplo de otros tantos venezolanos como Don Rafael, quien acuñó el término "Millardo" para resumir la expresión "millón de millones", este humilde servidor ha pensado presentar a la consideración de la Real Academia de la Lengua los términos "Chavismo" y "Chavista".
Circunscribir la definición de Chavista a la designación de quien es seguidor de Hugo Rafael, es perder el tiempo; sería desaprovechar la oportunidad de darle un sentido realmente útil que nos permita a los venezolanos, a latinoamérica y al mundo, poder evocar el momento histórico del que hoy somos protagonistas. El Comandante Presidente no representa corriente filosófica o del pensamiento político alguno (ni siquiera él es capaz de definir con claridad lo que es el Socialismo del Siglo XXI), de allí que chavismo no podría ser una tendencia (él es solo una consecuencia, o más bien un accidente originado por los medios de comunicación que tanto son perseguidos por su régimen).
Además, decir que chavista fue quien creyó y puso sus esperanzas en el Teniente Coronel sería un insulto a la dignidad humana de estos compatriotas que astiados y decepcionados por la actuación de los partidos políticos tradicionales, decidieron castigar a sus dirigentes y otorgar su voto a quien en un momento representó una válvula de escape para el resentimiento acumulado. Al final de su mandato, Chávez no será más que un error que no podemos permitir se repita, pero lo poco que el representa desaparecerá con su fin político, y más tarde, cual Fidel, su socialismo capitalista y salvaje se irá con él a la tumba.
Así pues que lo menos que podríamos hacer con el término chavista sería darle un significado de mayor utilidad, que sirva además de referencia histórica para las ciencias económicas y jurídicas, y que permita a los analistas poder definir lo que este desgobierno ha representado en materia económica y social (sectores donde se sentirán con gran peso las consecuencias de los actos de improvisación y malabarismo político de los funcionarios nacionales, estadales y locales de la administración Chávez).
La cosa quedaría en los siguientes términos:
"Chavista: dícese del funcionario electo democráticamente, o del designado por éste, que, gozando de todos y los mayores y mejores recursos financieros para realizar una excelente gestión administrativa dirigida al desarrollo social, fracasa sin embargo en virtud de su propia incapacidad para resolver problemas a través de proyectos pensados y sostenibles, dilapidando el patrimonio público". Mientras que, "Chavismo: gestión del funcionario electo democráticamente, o del designado por éste, que, gozando de los mayores y mejores recursos financieros para una excelente labor adminsitrativa dirigida al desarrollo social, es ineficaz por la propia incapacidad del funcionario para resolver problemas a través de proyectos pensados y sostenibles, dilapidando el patrimonio público".
De esta manera, cuando se estudie en el futuro "la obra" de Hugo Rafael, podremos decir que su administración fue un chavismo y él, en consecuencia, un chavista.

lunes, 18 de agosto de 2008

POLÍTICA DE HARTURA...

Que susto da ver la calidad de parlamentarios que "nos representan a todos" en esta maravillosa (y Dios guarde para siempre) República Bolivariana de Venezuela, los que con una magistral elocuencia, serenidad de un Primer Ministro Inglés y la etiqueta de un Diplomático de Carrera, hacen gala de un discurso digno de ser escuchado en los más diversos escenarios del mundo político, allí donde se debaten los asuntos cruciales para la armónica convivencia de la sociedad global, tales como el Parlamento Latinoamericano, la OEA, la ONU, el Euro Parlamento, o, como lo fue en este caso, el Parlamento del MERCOSUR.

Francamente no se imaginan el susto que me causó, oir y ver vía satélite a la ilustrísima y todapoderosa Diputada Desiré Santos Amaral, defendiendo al Estado venezolano de los intentos de esa "cuerda de ladrones" (los inhabilitados políticos) de malponer ante el mundo al gobierno más democrático de la historia universal contemporánea: el del Imperator, Comandante en Jefe, Padre del Socialismo del Siglo XXI (sea lo que sea)... Hugo Rafael.

Estén donde estén (y si allí llegan las señales televisivas) me imagino la rochela que habrán armado los extintos ex Diputados y Senadores de la otrora Cuarta República (que chichón con eso) y los que aún sobreviven, quienes como buenos venezolanos (que de todo hacemos guasa) se reirían hasta la saciedad del espectáculo de la Santos Amaral con el Leopoldo López.

Ella, insistiendo en el golpismo del segundo de manera desaforada, casi al borde del ahogo, del colapso nervioso. Mientras que él, desde la otra esquina, replicaba a las exclamaciones de la primera: "mentira, mentira", "mentirosa, mentirosa"; todo ello para el deleite de la prensa internacional que en extasis se daban un banquete con aquel show mediático.

Como niños de edad preescolar, qienes entablan discusiones por aquello de "tú me tocaste" o "no me mires, deja de mirarme", cuando fue el turno del Alcalde de Chacao para hablar ante los micrófonos, la Vicepresidenta de la Asamblea Nacional seguía dando lecos: "Golpista, golpista!!" y el le pedia "deja el saboteo" a lo que ella respondía "Tú también me saboteaste cuando estaba hablando".
En fin, verdadera "política de hartura". Entre dimes y diretes continuaba la discusión allá en las afueras del Parlamento del Mercosur, instancia que tendrá que aburrirse con los pleitos domésticos de los venezolanos para entonces fijar una posición, que para bien o para mal (dependiendo del ojo de cada quien) no surtira ningún otro efecto distinto al que han surtido las múltiples denuncias que por otros casos se han realizado en contra del Gobierno de Hugo por la violación de derechos humanos.
Hay que dejar de escuchar y hablar paja. La única acción a la que estos "socialistas de pacotilla" le temen es que todos nos movilicemos a votar. Cuantas veces sea necesario, salgamos a votar. Este régimen tiene sus días contados desde que dijimos NO A LA REFORMA CONSTITUCIONAL.