Constantemente oigo en los diferentes espacios televisivos y radiales, así como lo leo en las fuentes escritas que por igual se dedican al análisis del acontecer político nacional, como los más agudos, inquisitivos y acertados periodistas, analistas y juristas, entre otros tantos profesionales, intentan calificar empleando algún adjetivo lo que es o representa este gobierno.
Dándole vueltas al asunto, es la humilde opinión de quien escribe estas lineas, que las palabras que existen en el vasto lenguaje castellano son quizás vagas en su contenido para poder definir la gestión del Teniente Coronel y su séquito de aduladores. Esto es, en uno de sus aspectos más resaltantes: lo ineficaces que son los funcionarios de la administración pública asociados o ligados al régimen para resolver los problemas más puntuales de la sociedad venezolana.
Siguiendo el ejemplo de otros tantos venezolanos como Don Rafael, quien acuñó el término "Millardo" para resumir la expresión "millón de millones", este humilde servidor ha pensado presentar a la consideración de la Real Academia de la Lengua los términos "Chavismo" y "Chavista".
Circunscribir la definición de Chavista a la designación de quien es seguidor de Hugo Rafael, es perder el tiempo; sería desaprovechar la oportunidad de darle un sentido realmente útil que nos permita a los venezolanos, a latinoamérica y al mundo, poder evocar el momento histórico del que hoy somos protagonistas. El Comandante Presidente no representa corriente filosófica o del pensamiento político alguno (ni siquiera él es capaz de definir con claridad lo que es el Socialismo del Siglo XXI), de allí que chavismo no podría ser una tendencia (él es solo una consecuencia, o más bien un accidente originado por los medios de comunicación que tanto son perseguidos por su régimen).
Además, decir que chavista fue quien creyó y puso sus esperanzas en el Teniente Coronel sería un insulto a la dignidad humana de estos compatriotas que astiados y decepcionados por la actuación de los partidos políticos tradicionales, decidieron castigar a sus dirigentes y otorgar su voto a quien en un momento representó una válvula de escape para el resentimiento acumulado. Al final de su mandato, Chávez no será más que un error que no podemos permitir se repita, pero lo poco que el representa desaparecerá con su fin político, y más tarde, cual Fidel, su socialismo capitalista y salvaje se irá con él a la tumba.
Así pues que lo menos que podríamos hacer con el término chavista sería darle un significado de mayor utilidad, que sirva además de referencia histórica para las ciencias económicas y jurídicas, y que permita a los analistas poder definir lo que este desgobierno ha representado en materia económica y social (sectores donde se sentirán con gran peso las consecuencias de los actos de improvisación y malabarismo político de los funcionarios nacionales, estadales y locales de la administración Chávez).
La cosa quedaría en los siguientes términos:
"Chavista: dícese del funcionario electo democráticamente, o del designado por éste, que, gozando de todos y los mayores y mejores recursos financieros para realizar una excelente gestión administrativa dirigida al desarrollo social, fracasa sin embargo en virtud de su propia incapacidad para resolver problemas a través de proyectos pensados y sostenibles, dilapidando el patrimonio público". Mientras que, "Chavismo: gestión del funcionario electo democráticamente, o del designado por éste, que, gozando de los mayores y mejores recursos financieros para una excelente labor adminsitrativa dirigida al desarrollo social, es ineficaz por la propia incapacidad del funcionario para resolver problemas a través de proyectos pensados y sostenibles, dilapidando el patrimonio público".
De esta manera, cuando se estudie en el futuro "la obra" de Hugo Rafael, podremos decir que su administración fue un chavismo y él, en consecuencia, un chavista.
1 comentario:
Interesante y ameno. Pero hay un aspecto que no cataloga: la gente que cree en el señor Chávez, por interés o por fervor. Ellos también deben entrar enla definición. Contionúe escribiendo, vale la pena.
Antonio Brito.
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